Hecho real:
Un grupo de niños, desde 4 hasta 11 años, haciendo manualidades en un taller.
Los niños dicen frases como… «¿Qué vamos a hacer hoy?», «¿Qué colores hay que usar?», «¿Por dónde se recorta?», «No me salió ¿puedo empezar otra?», «Menganita pintó de verde, que se fastidie y vuelva a empezar otra nueva», «Terminé ¿Está bien?«…
La persona adulta responsable de la actividad dice frases como… «Hoy vais a hacer un regalo para el día del padre», «Necesitáis rojo, amarillo y azul», «Pintad de rojo aquí y aquí, de amarillo allá y de azul tal cosa», «Cuando esté me avisáis», «Ahora lo recortas por esta linea así», «¡Nooo! azul ahi noooo, bueno anda, lo borramos y ya está arreglado», «Sí, está muy bien«, «No, así no era pero bueno…», «¿No ves que ese color queda mal?», «Ahora pégalo así y déjalo secar, después lo llevas y lo guardas en secreto hasta el día 19″…
¡Ayyyyyyy!…
¿¿¿cuántos detalles podéis ver mejorables???
Lo primero siento compasión por un grupo de niños entre los que había resignados a hacer lo que les dijeran y como les dijeran (a esto lleva la escuela tradicional: te digo lo que debes hacer y cómo), estaban dispuestos a cumplir para recibir la recompensa de la validación subjetiva: «Sí, está bien» (Es lo que esperaba que hiciérais, a mi me gusta así entonces así está bien). Acostumbrados a OBEDECER y punto. Había otros que hacían la manualidad por ocupar el tiempo estando junto a los amigos para después ir al patio a jugar, y otros que se ilusionaron con hacer un regalo a Papá… aunque ya estuviera elegido por alguien que ni le conoce 🙁
Lo segundo compasión otra vez, por una monitora que ejerce el control para estar segura. ¡El control nos da tanto poder!…. (tanto porque es el nuestro más el del niño al que le hemos robado el suyo). Compasión porque usa el juicio personal para imponer lo que está bien o mal (conceptos tan complejos y simples a la vez, pero siempre subjetivos) y que sabe que no está siendo respetuosa con ellos porque, cada vez que les dice algo, mira de reojo a ver quién de los adultos alrededor la ha oído.
¿Y la creatividad?
¿Y hablar de los Papás y lo que les queremos y agradecemos?
¿Y las tomas de decisiones?
¿Y el orden sin control adulto?
¿Y el respeto mutuo?…
Mi hijo decide y nos encanta, porque él decide las cosas para las que ya está preparado. Él decide: «no quiero apuntarme a fútbol, lo juego con los amigos en la calle, sin entrenador», «Ya sé nadar, si vamos a la piscina vamos por libre, sin monitor»…»yo no quiero hacer esas manualidades» y juega a otra cosa mientras que los amigos terminen. Después juegan juntos. No digo que mi hijo sea mejor ni peor, digo que tienen que empezar a tomar decisiones, a arriesgar, a disfrutar probando, a equivocarse y volver a decidir qué hacer entonces. Para que sean adultos con criterio tienen que practicar antes, como con todo. Un famoso «niñólogo» preguntó a muchos peques cómo les gustaría que fuese su ciudad y qué le pedirían a sus alcaldes, uno respondió con una carta: «Señor alcalde, solicitamos una cancha de baloncesto sin entrenador. Gracias» Porque están hartos de tener que hacer ahora esto y ahora lo otro porque así lo deciden para ellos. ¿Y queremos después que, con 16 años, DECIDAN y tengan claro qué quieren hacer con su vida?
Herramienta de Disciplina Positiva: ACOMPAÑARLES EN APRENDER (en este caso a tomar decisiones)
Al final salimos todos al patio, les enseñé a saltar a la goma y me decían «¿Puedo saltar yo también?», «¿Puedo pasar tocando?», «Yo no alcanzo ¿puedo pasar limbo?»…
Me sentí feliz de responder: «Tú decides. El juego es para todos y sólo necesitamos hacer turnos para no molestarnos. Diviértete»
Ay! qué ojillos me ponían!
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