Cumplen años y esperan privilegios. ¿estamos dispuestos a dárselos? ¿a cambio de qué?
A los 9 meses quieren bajar la escalera solos. A los 12 meses comer solos. A los 2 años peinarse. A los 5 salir de la valla del parque.
A los 14 lo vuelven a intentar y te dejan más claro que nunca que ¡quieren ser libres!
Libres pero Responsables: es posible con Disciplina Positiva
Parecen dos palabras destinadas a no estar juntas, pero sólo porque nosotros las destinamos así.
¿Has visto cómo en el transcurso de 15 ó 20 años hemos pasado de «Niños en las faenas del campo-domésticas-del trabajo de Papá» a «Su única obligación es estudiar»?
Por naturaleza tienen curiosidad de aprender, de manipular, de experimentar y de arriesgarse sin prejuicios. Ahora está dependiendo de la sociedad que los niños y adolescentes encuentren o no maneras de llevarlo a cabo, se lo solemos negar y si ellos las buscan por su cuenta les tachamos de «mal comportamiento» por tocar, coger o mover lo que no deben.
Cuando tenemos un hijo pequeño nos encanta ver cómo se sube a un taburete para alcanzar a la encimera y ayudarnos a batir los huevos de la cena, ver cómo revuelve arena y agua imitando un albañil, ver cómo usa la fregona de juguete para imitar a Mamá… es una ricura. A la vuelta de pocos años nos cambia la veleta y nos lleva a decir cosas como:
«¿Quieres dejar de tocar ahí? ¡que lo pones todo hecho un asco!»
«Aparta hijo, ya lo hago yo que andamos muy tarde»
«¿Cómo vas a escurrir tú la fregona? me vuelcas el cubo seguro»
….
Entonces… esa inquietud desaparece porque queda anulada y buscan formas de entretenerse que tampoco al final nos gustan (móvil, tablet… pero que sí dejamos a su alcance) y justo nos vamos a quejar cuando ya están en esa otra edad en la que además de «flojos» ya les tenemos «desalentados».
Cada vez que les dejamos participar conseguimos:
- Que se sientan tenidos en cuenta
- Que se entrenen en las habilidades básicas
- Que aprendan responsabilidad y puedan diferenciar el esfuerzo para conseguir privilegios
- Que aumente su autoestima, sintiéndose capaces de hacer las cosas cuando nosotros no estemos. Estarán empoderados.
- Que estemos practicando respeto mutuo
- Que se sientan valorados por los intentos y no tanto por los resultados esperados
- Que dediquen menos tiempo a actividades más nocivas
- Que disfrutemos juntos haciendo trabajos del día a día y también extras
- Que gocen de las recompensas
- Que sepan que cuentan con nosotros
- …
Y cada vez que no les dejamos oportunidades conseguimos:
- Dañar su dignidad
- Dar ejemplo de autoritarismo
- Excluirles de lo que después querremos que participen voluntariamente
- Frustrar una necesidad de aprender, de satisfacer una curiosidad
- Incapacitarles
- No atender su necesidad de sentir pertenencia y ser útiles
- Evitar que aprendan a ser recursivos en pro de los objetivos comunes
- Que busquen alternativas menos respetuosas de satisfacer su curiosidad
- Que se desconecten de nosotros y se aislen
- …
Las razones hablan por sí solas, vistas así juntas impresionan un poco y nos hacen reflexionar:
Entonces ¿qué podemos hacer?
Dar aliento: «Prueba tú y si me necesitas me llamas»
Enseñar responsabilidad: «Tú puedes decidir esto y ver las consecuencias»
Aprender de los errores: «¿Qué crees que pasó?»
Enfocarse en soluciones: «¿Cómo podremos hacer la próxima vez para que esto no se repita?»
Confiar en que nuestro hijo sea quien es: «Confío en ti»
Entrenar: «Hagámoslo juntos esta vez y en la próxima sólo te superviso si lo necesitas»
Cuando funcionamos desde estas dinámicas la relación mejora y la conexión se fortalece hasta el punto en que LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD van de la mano. ¿perfectamente? No, por supuesto que habrá errores, pero estaremos JUNTOS para resolver (aquí es donde de verdad agradecemos que haya conexión y que la relación esté sana, cuando deseamos que acudan a nosotros a por el consejo más apropiado)
Deja a tus hijos CRECER, y no olvides que, mientras les preparas para la vida,
podéis ir VIVIÉNDOLA juntos.
Y tú… ¿les dejas crecer?
¡Feliz día!
Virginia García