“HAY QUE LUCHAR. ES UNA LUCHA CONSTANTE”
Cada vez más a menudo me salta un automático de la atención porque cada vez más a menudo escucho y leo la expresión con la que he titulado el artículo.
Gerentes de empresas refiriéndose a la situación laboral, económica, a la relación con los empleados… como una constante lucha por su parte para que el barco siga a flote.
Deportistas de élite o que pretenden llegar a esa excelencia, y entrenadores, usando el término “lucha” ligado a la práctica de un deporte… nuestros hijos y alumnos crecen hoy en día pudiendo creer que hacer deporte (jugar para ellos) requiere sentir lo que una lucha implica, y llegamos a campos de fútbol o tapices de gimnasia donde niñas y niños luchan por ser los mejores de la competición, caiga quien caiga. Jugar no es luchar, eso solo es algo que dicen (y se creen) los mayores. Gestando la parte insana de la competencia y la competición.
Miembros de asociaciones en pro del respeto a los derechos fundamentales de las personas también lo dicen: “Tenemos que seguir luchando para conseguirlo”… y lo veo incoherente, porque si pretendemos alcanzar e instaurar el respeto mutuo (que es lo que sostiene por ejemplo a la igualdad de género) ¿cómo vamos a conseguir respeto guerreando? ¿Necesitamos realmente “defender” algo, tenemos claro cuál es la amenaza?
Docentes, que se dirigen a los alumnos, cual sabios, con pensamientos tales como: “La vida es dura, hay que luchar para llegar a ser alguien”, “Cuando lleguéis al instituto, a la universidad, al mundo laboral… veréis la dureza de la vida y tendréis que seguir luchando…”
Y madres… y aquí estoy en mi campo. «Es una lucha constante».
MADRES de niños y niñas muy pequeños que llegan a mi ¡pidiendo ayuda! Porque la convivencia con su hija de 2 años es una lucha diaria
¿Qué? ¿Me estás queriendo decir que has decidido pelear contra tu hija indefensa? Y entonces pienso… Decides entrar en lucha con la intención de ganar, si no no te meterías. Y tu hija ¿en qué puesto queda si eres tú la ganadora? ¿De verdad que has decidido que tu hija sea una perdedora?… Me cuesta creerlo.
Pues lo hacen, madres y padres enfrentados a hijos pequeños, medianos y grandes por ganar, luchas de poder absurdas que traen efectos negativos a corto, medio y largo plazo, luchas de poder que ponen en juego la conexión emocional entre ambos.

Disculpa madre, a ti y a quienes antes mencioné como empresas, deportistas y demás, os invito a dejar de ver LUCHA donde podemos ver AVENTURA. Una aventura que traerá momentos y situaciones más o menos favorables y/o agradables y que os mantendrán juntos en el camino que recorréis mano a mano, en ese camino del acompañamiento respetuoso que tan de moda está y que tanto anhelas saber caminar con seguridad.
¿No será que la lucha con la hija (hijos, alumnado, pareja, empleado…) es el reflejo de la lucha que tienes contigo mismo?
¿No será que hasta que tú no estés bien, en calma, capacitado (sintiéndote capaz me refiero) para cambiar tu punto de vista de Lucha a Aventura, no pondrás fin a tus guerras?
Malditas luchas. Malditas decisiones que niños y jóvenes toman sobre sí mismos y sobre su forma de actuar cuando reciben estos mensajes tan poco conciliadores, desde esta falta de amparo emocional y de capacitación empoderadora.
Si lo que queremos es TRATARLES BIEN y buscamos fórmulas para el buen trato ¿por qué no dejamos de meterles en absurdas guerras?
No voy a dejar en este artículo una queja sin dejar también una opción alternativa o solución, como hago en la vida y enseño a los hijos y alumnos a hacer:

¿Qué tal cambiar ese término, “lucha”, por aventura, proyecto, camino…?
¿Qué tal dejar de decir “hay que luchar” (que con ese “hay que” resulta demoledor para el obedecedor por la carga de obligación impuesta que conlleva) y empezar a decir “podemos seguir esforzándonos”, “quiero mejorar”, “No debemos perder de vista nuestro objetivo”, “decido afrontar situaciones como esta”…?
¿Qué tal cambiar el concepto ENFRENTAR por AFRONTAR?
Vamos a ver… aclaremos conceptos y reflexionemos.
Según la R.A.E. la definición de:
LUCHA:
- Pelea en que dos personas se abrazan con el intento de derribar una a la otra.
- Lid, combate, contienda, disputa.
- Oposición, rivalidad u hostilidad entre contrarios que tratan de imponerse uno a otro.
- Esfuerzo que se hace para resistir a una fuerza hostil o a una tentación, para subsistir o para alcanzar algún objetivo.
¡Bueno! ¡Menos mal que en la cuarta acepción hay algo que nos puede “salvar” para usar el término en contexto relacional o educativo! Y la 1ª se refiere claramente al deporte Lucha Libre en el que los púgiles están en igualdad de condiciones, nada que ver con la relación adulto-niño.
Aun así fijaros en lo que sigue:
ENFRENTAR:
- Poner una cosa enfrente de otra.
- Hacer frente al enemigo.
- Hacer cara a un peligro.
Ninguna me encaja para acompañar respetuosamente. Una niña de 2 años no es un enemigo, es el amor de nuestra vida, un empleado por supuesto que tampoco, el otro equipo tampoco, son CON quienes jugamos hoy, no CONTRA quien jugamos hoy (de hecho les necesitamos hasta tal punto de que si no viniesen a jugar no habría partido).
AFRONTAR:
- Poner cara a cara.
- Hacer frente al enemigo.
- Hacer cara a un peligro, problema o situación comprometida.
- (En desuso) Poner una cosa enfrente de otra.
Y aquí la 3ª sí me parece que nos serviría como sinónimo de ATENDER, porque lleva implícita la buena intención de resolver y eso sí ayuda, y creo que la clave es esa precisamente, la intención diferente que sugieren uno y otro término.
Quizá sea interpretación mía y no muy acertada, podéis por supuesto opinar e iluminarme, yo siento que lucha es enfrentar, que es DECIDIR tener enfrentamiento y esto me trae a la cabeza armas, daño, ganar, ser mejor que, usar la fuerza (física, verbal y actitudinal), generar estrategias por el triunfo sobre el otro, evitar el gran riesgo de perder… y que afrontar es recibir en calma, aceptar y tomar distancia para relativizar, tener claro el objetivo y atender en positivo, me trae abrazar el riesgo de la aventura, me trae recursos no punitivos como los argumentos, la escucha, la acción conjunta, la resolución pacífica de conflictos y la implicación para el alcance de los objetivos comunes. Comunes sienta mejor que lucha. Sí.
Afrontar implica que si fallas, si “pierdes”, revisas los errores o caminos alternativos y sigues adelante aprendiendo de ello, con nuevas estrategias que te acerquen al objetivo común.
Incluso en el tema de los miedos que estoy más cómoda afrontando que enfrentando, seguirá siendo cosa de mi lógica privada.
Hay una parte importante que siento de contradicción cuando, en sociedad, hablamos de lucha en estos ámbitos. Por una parte queremos evitar el acoso, el bullying, educar en la paz… y sin embargo leo panfletos de centros educativos que se refiere al ejercicio en sí como “lucha contra el bullying”. Entonces… ¿volvemos a buscar la concordia y el entendimiento luchando? No me encaja, y a los chicos y chicas les volvemos locos de incoherencias.
Y, nosotros, siendo adultos, teniendo nuestro córtex prefrontal activo y utilizable (que implica ser capaces de tener pensamientos reflexivos), a ver, reflexionemos entonces… ¿Qué DECIDIMOS? ¿Decidimos ver lucha o aventura? ¿Qué elegimos para nuestra relación con hijos y alumnos, que son niños, pubertos, adolescentes o jóvenes, luchar o vivir la aventura juntos? ¿Decidimos dejar a un lado la expresión «ES UNA LUCHA CONSTANTE»?
Porque de nuestra respuesta a esta pregunta dependerá lo sana o insana que sea nuestra conexión emocional con ellos y de ella dependerán su integridad y su capacitación para la vida, para la aventura que es la vida.
Virginia García. Yo, Contigo, Densenredo.