
¿Qué chaqueta te pondrás hoy? Las opciones son: la que te enfoca en buscar Culpables, en dar Quejas o en encontrar Soluciones.
Un adulto que se viste para quejarse está invitando a sus hijos o alumnos a hacer lo mismo.
Ese padre que dice «Ahora van y me dicen que tengo que hacer un cursillo de la empresa ¡maldita la gana que tengo yo de echar horas en eso!«, la abuela que fríe huevos para la cena y lamenta «Caramba, es que se rompen todas la yemas ¡vaya huevos tan malos que me vendieron!«, la madre que llega cansada a casa y protesta «¡Ya lo que me faltaba! ahora llego y tengo que empezar con lo que vais dejando tirado vosotros«…
Y tantas otras al cabo del día: Qué caro está el pollo, qué sucios dejas los pantalones, no me ayudas, qué pesada es esta mujer, cuánto trabajo tengo ahora, ahora otro mes que no tengo trabajo, este país no funciona, qué fría está el agua, este apartamento es muy pequeño, una señora mayor que no me deja pasar rápido, en la escuela te ponen demasiados deberes, hasta mayo no me dan cita para consulta…
La actitud es pesimista y estamos rodeados de ellas.
Por eso está tan de moda lo de «Apártate de la gente tóxica», está bien el consejo pero… ¿Y tú, no intoxicas a tus hijos alguna vez? Esta forma de QUEJARSE de todo y de todos va unida a la IRRESPONSABILIDAD, sí, a un «echar balones fuera» con el que buscamos que sean los demás los que nos solucionen la papeleta, que no se asume responsabilidad para acatar y reparar eso con lo que no estamos conformes. Entonces no podemos exigir que nuestros niños o adolescentes sean responsables.
O sea, que si no llevamos la chaqueta de Dar Quejas nos ponemos la de Buscar Culpables y ahí seguimos en la rueda de «negativo-pesimista-negativo»… y sin darnos cuenta DANDO EJEMPLO con ello.
Podemos ver a menudo niños y adolescentes quejándose por casi todo, bloqueados ante pequeñas o grandes situaciones que les resultan adversas: «Jo!! está lloviendo», «Jo!! ahora me quedé sin desayuno», «No me va a dar tiempo…», «Me mandan muchos ejercicios», «Tengo sed», «No tengo cuchara», «No encuentro mis zapatillas», «Se me acabó el saldo», «Sólo tengo un par de deportivas nuevas», «Se pinchó mi bici»…
Imagina cuántas situaciones negativas evitaríamos si nos acostumbráramos a usar la chaqueta que nos enfoca en buscar soluciones.
En nuestra casa convivimos con varios «lemas», uno de ellos es:
«Nos quejamos solo de lo que estamos dispuestos a buscar solución y a reparar»
A partir de este lema y de que el padre y yo decidiéramos vestir la chaqueta de «Enfocarse en soluciones» (dando ejemplo de cómo se hace) podemos escuchar a nuestros hijos cosas como:
«Voy a buscar mis zapas que tengo los pies fríos»
«Tengo muchos ejercicios de física. Haré la mitad hoy y el resto mañana»
«No queda agua… me llevo las botellas en una mochila y a la vuelta del paseo en bici las relleno en la fuente»
«Quiero ir mañana con los amigos a las 10:30… voy a poner el despertador para que me de tiempo a dejar todo hecho y desayunar»
«Me quema el agua… Mamá ¿me ayudas a regular los grifos que no me sale?»
Dejamos de ser protestones y quejicas, de amargar al que tenemos al lado y, por fin, estamos empoderados, nos sentimos capaces de resolver y lo hacemos.
¿Cómo se consigue?
Con estos pasos sencillos que sólo requieren de buena voluntad por vuestra parte:
- Poniéndose la chaqueta de «enfocarse en soluciones» a diario.
- Entendiendo que al proponer soluciones puede que no encontremos la más acertada a la primera.
- Aceptando los errores y aprovechándolos para aprender de ellos.
- Acompañando en la búsqueda de opciones o ideas a los que más les cuesta encontrarlas.
- Empoderando en vez de rescatando: no le des la solución, hazle preguntas que le lleven a ella «¿Qué puedes hacer?»
- Siendo optimista con los que estén «empezando»: «Te ayudaré en cuanto estés dispuesto a resolverlo»
- …
Y poco más. Como todo con los recursos de Educación Respetuosa es cuestión de práctica y de ser consciente de lo bien que nos va sentando ¡¡tanto la chaqueta como la actitud!! 😉
Claro que… ¡atentos! Que ante una queja de alguien se nos suele escapar esa de: «¡Otra vez! ¡Siempre quejándote!»
Jajaja… Es como lo de: «¡¡Que no se chilla!!»
Os dejo reflexionando ante el armario, podéis elegir con calma qué chaqueta os pondréis a partir de ahora. ¡Animo! no es tan duro «cambiar de estilo» en el vestir, se descubren muchas cosas buenas, es salir de tu zona de confort y mejorar.
¿Conoces a algún quejica? Puedes compartirle esta lectura ¡será bueno para ambos!
Virginia García
Contigo Desenredo