Recuerda cuando eras jovencito, 13 ó 14 años…
…un niño o una niña aprendiendo a ser chavales, con momentos tanto de juego y diversión de niño como de desprecio por esos mismos juegos “que ya te aburrían y se te quedaban pequeños” (según el momento o quién estuviera delante)
Quizá a nosotros nos pasó “de otra manera”, dependiendo también de si nuestra infancia transcurría en medio rural o urbano. En el pueblo estábamos deseando que fuera verano para hacer pandilla con los veraneantes que llegaban de las ciudades a casa de sus abuelos, para ver todo lo nuevo que traían (ropa, lenguaje, juegos…) y aprender de ellos.
En esa época de nuestra vida no había aún preocupaciones “adultas” (problemas de dinero en casa, padres en paro, pérdida de seres queridos…) que fueran a alterar nuestras rutinas de salir, pasear, jugar, coquetear…de VIVIR siendo niños grandes, pero empezaban otras preocupaciones diferentes como la necesidad de encajar en ese grupo de iguales al que queríamos pertenecer y que, según la forma de ser y el carácter de cada uno, nos podía costar más o menos esfuerzo.
Lo cierto es que, por PERTENECER, llegamos a actuar de formas diferentes en algunos aspectos de las relaciones sociales. Hubo quien empezó a fumar por encajar y ser mayor, hubo quien se ganó el liderazgo por atreverse a saltarse una norma, hubo también quien mintió a sus padres para cumplir las expectativas de los otros… Hubo quien tuvo tanto control externo en casa que no pudo llegar a pertenecer y, a día de hoy, no tiene ganas de volver al pueblo.
Ahora, dado el momento socio-cultural que vivimos, lo que nos pasaba con 14 años les empieza a pasar con 11 ó 12. El estímulo recibido desde 0 años en las casas y escuelas infantiles ayuda a que el desarrollo de las diferentes etapas evolutivas se acelere. Esto a veces no nos interesa, pero pasa como con el resto de asuntos de la crianza: En Educación TODO depende de nosotros.
No digo que debamos volver al pasado, no. Esto es parte del progreso de la raza humana. Digo que nuestros hijos SON lo que les DEJAMOS QUE SEAN, y me refiero a “dejamos” en cuanto a las oportunidades que les brindamos o no brindamos, a los límites que establecemos, a las costumbres que les arraigamos, al estímulo que les ofrecemos… Son lo que hicimos que fueran siendo y ellos se fijan en nuestro ejemplo y llega esta edad a la que nos referimos y copian nuestro ejemplo SOLO CUANDO LES INTERESA para usarlo como excusa justa.
Entonces debemos reflexionar: cada vez que les decimos “No te rías de los demás. Deja de burlarte y divertirte a costa de otros. Si su vida no es tan fácil como la tuya en vez de criticarle ayúdale”…tenemos que pensar si alguna vez nos hayan podido oír algo parecido a nosotros: “¿Cómo le va ir bien a Fulanito si cada vez que le ofrecen un trabajo busca excusas para no cogerlo?”, “Fíjate en la hija del frutero, tiene 15 años y anda por ahí hasta las tantas. No se extrañen si suspende todas”, “No entiendo cómo esta familia puede tener coche nuevo si siempre andan llorando de que no reciben ayudas, que están sin trabajo…”, “Tú sigue así y verás cómo acabas como Menganito, de bar en bar contando babayadas y más solo que la luna”…
¿Es posible que lo hagamos y no nos demos cuenta?
¿Es posible que nuestros hijos lo estén aprendiendo y lo usen en ocasiones para “encajar”?
Hace unos días oí como un grupo de niños pre-adolescentes se burlaban y reían sin medida por haber oído que dos ancianas se saludaban al pasar y una llamaba a la otra con un nombre que a ellos les hizo una gracia tremenda: María Josefa.
La efervescencia hormonal hace que, en estas edades, arranque un desorden desmedido de reacciones, sentimientos, emociones… Un ir y venir, un ahora te amo y al poco rato te aborrezco. Un caos en el orden establecido por el que, a los adultos (aunque hayamos pasado por ello), alguna vez nos viene bien un recordatorio de cómo fue para estar al quite y no perder el aliento y la fuerza para acompañarles en esta etapa que se nos hace a veces tan cuesta arriba y tan larga.
Una de las formas en que mejor podemos acompañar es DANDO UN EJEMPLO CORRECTO, preocupándonos por no hacer lo que no queremos que hagan.
“Si no te escuchan no te preocupes, te están mirando todo el rato”
Quizá sea imposible evitar al 100% que los pre-adolescentes usen la vida y obra de los demás para darle volumen a la suya propia, que crezcan así su fortaleza y autoestima, que se sientan empoderados por encima de los demás…
Imposible no.
Confío en un cambio de visión que haga a los adultos ser respetuosos consigo mismos y así con los demás para dar el ejemplo de verdadera convivencia a hijos y alumnos.
¿Te imaginas un centro educativo sin acoso escolar en todos los niveles?
Imagínatelo con una proyección de futuro paralela: Adultos plenos, felices, buscando ser parte activa de la sociedad y persiguiendo los objetivos comunes para el desarrollo de la comunidad.
La Disciplina Positiva, junto con otras corrientes que se basan en el respeto mutuo, es una de las metodologías educativas que nos ayudan a conseguirlo, porque nos da las herramientas o recursos con los que podemos, cada día, ir desarrollando esas habilidades sociales que necesitan nuestros hijos, como son la responsabilidad, la cooperación, la empatía, la autonomía…
Nunca es tarde para revisar nuestra actitud, nuestras creencias, nuestras costumbres y nuestras herramientas educativas. Educar es guiar y acompañar. Educar no es sólo poner límites autoritariamente. Educar es SER honesto, ser nosotros mismos en esencia y ESTAR disponible con los cinco sentidos cuando nuestro hijo nos necesite.
Cada día nos está necesitando como espejo al que mirarse, aunque a los 14 años nos tache de horteras y pesados, él nos mira y ve lo que sienta bien: el respeto se aprende desde 0 años y hace la convivencia cordial y fructífera, hace que se crezca con seguridad en el entorno familiar.
Recuerda No alimentar el Acoso Escolar, con Disciplina Positiva
Recuerda No alimentar la falta de Respeto.
Virginia García
Contigo Desenredo