«POR QUE ME DA LA GANA»

por Blog, Exclusivo para tu familia

Y OTRAS EXPRESIONES QUE LOS ADULTOS NO ENTENDEMOS

«DÉJAME EN PAZ», «PASO DE TI», «ME DA IGUAL», «QUÉ PESADOS SOIS», «QUE SÍ, QUE SÍ, QUE YA»…

¿Te suenan? ¿Te lo han dicho tus hijos o alumnos? ¿Las has dicho? ¿Las usas aún? ¡Quizá con ellos!

Siempre que hablamos de educación respetuosa, democrática, de un trato horizontal en cuanto al derecho al respeto y la dignidad, de la armonía en las relaciones (tanto de familia como de aula), nos basamos en el auto-control adulto ya que, tenemos comprobado que, solo desde ahí, podemos mantener la calma y con ella usar todos los recursos de respeto mutuo que conozcamos: escucha activa, empatía, confianza, no tomarse las cosas como algo personal, etc.

¿Y qué pasa cuando perdemos NUESTRO control? pues que dejamos de usarlas y, desde nuestra actitud más animal, entramos al trapo de un torero que nos provoca, nos incita a la lucha de poder y nos reta con todas las de la ley. Ahí está la clave, cuando tienes el capote delante, ahí es cuando debes decidir si te conviertes en toro y embistes o si te mantienes en tu centro y sigues siendo padre/madre/adulto que acompaña.

Si decides auto-controlarte, usando tus técnicas personales de tiempo fuera positivo o tiempo de respiro, es muy probable que este tipo de expresiones no salgan de la boca de tu hijo/alumno ¿Por qué? Porque realmente no se sentirá atacado y seguirá notando que la confianza y el cariño os unen aunque no tengáis acuerdo en algo.

Si por el contrario decides convertirte en toro bravo, demostrarle quién manda aquí, igualarte con su edad y actitudes, entonces ya escucharás alguna de estas seguro (o lo que es aún peor: las dirás).

"No me da la gana"
«No me da la gana»

¿Qué significan estas frases hechas tan clásicas como el cine en blanco y negro? Fácil, no hay más que empatizar para saberlo. Esto es lo que yo leo subliminalmente cuando soy capaz de «escuchar» entre líneas:

TRADUCCIÓN EMOCIONAL:

«Por que me da la gana» = «Esto es lo que yo ahora quiero, lo que prefiero, y lo quiero decidir así, te agradezco que confíes en mi y dejes de querer modificarlo o controlarlo»

«Déjame en paz» = «Por favor, tú que me amas, procúrame paz, evítame esta guerra y dame calma, para ello necesito que te apartes o me dejes apartarme, cuando esté más tranquilo, en mi paz, en nuestra paz, podremos volver a hablar»

«Paso de ti» = «Lo que dices, haces o intentas inculcarme ahora no me interesa, no es para mi lo más apropiado ni más importante, quiero que no insistas, pienso lo que pienso, siento lo que siento… respétalo o déjame, porque si no me dejas SER Y ESTAR lo haré igualmente, no quiero que sigas influyendo en mi así y no voy a atender lo que me dices»

«Me da igual» = «De verdad, no insistas, esto para mi es irrelevante, sigo fiel a mis sentimientos y pensamientos y nada de lo que digas o amenaces con hacer hará que cambie de opinión al respecto»

«Qué pesada eres» = «Me siento harto de escuchar lo mismo una y otra vez, aunque dices que soy necio creo que tú eres bastante necia e insistente con esto, ya te dije mi parecer al respecto y tú decides seguir y seguir… es agotador, me gustaría que lo dejaras ya. De hecho, cuanto más insistes más irrespetado me siento y más se favorece mi actitud vengativa»

«Que sí, que sí, que ya…» = «Intento decirte así, de forma resumida, lo que te diría con todas las anteriores juntas. Esto es hartazgo con mayúsculas. Eres incombustible y no puedo aguantar tanto control, reto, chantaje, juicio, menosprecio… ¡Basta!»

Y así intentan decirnos que les dejemos decidir, que les dejemos ser ellos mismos (sí, aunque se equivoquen*), que CONFIEMOS de unan vez por todas y de verdad en ellos, que les dejemos sentirse capaces (por que, además, queremos que lo sean ¿no?) Bien es cierto que cuando lo dicen es posible que estén ya con su tapa saltada, entonces seamos justos, cabales y realistas: es mejor esperar, sabemos que con la tapa saltada y las neuronas espejo en marcha no podremos resolver nada en positivo.

«¡Pero esto no se puede consentir!»

Ya, nuestros mayores nos enseñaron, en la teoría y en la práctica, que este tipo de contestaciones de los niños y jóvenes no son tolerables por un adulto, que hay que actuar con firmeza (aunque de forma negativa y bloqueante) para erradicar este tipo de reacciones imberbes. ¡Madre mía! Pues igual no es tan grave, igual solo son LA SEÑAL para que paremos a ver qué estamos haciendo los adultos y qué podríamos estar haciendo diferente para tenerles más en cuenta (a ellos y a sus necesidades según la edad que tengan).

¿Cuándo nos pondremos de verdad a auto-controlarnos en vez de buscar tanto el controlarles a ellos? No significa que hagan todo cómo y cuando quieran, ya lo sé (y no vamos a discutir ahora ese tema), sé que hacen falta ¿límites?… abogo por normas, acuerdos ¡y sobre todo ejemplo! para que la convivencia sea respetuosa y constructiva.

¿Qué ejemplo le doy, qué modelo yo, cuando le insisto, le reto, le amenazo, le grito, le coarto, le juzgo…? Tremendo. No nos vemos desde fuera. Parece que de pronto ya no es tan grave un «Déjame en paz», aunque venga con portazo. Solo está defendiéndose emocionalmente de lo que considera un ataque de frente. Va tomando decisiones sobre si sigues siendo tan confiable o no y con eso se va para delante ¿Eso quieres, pelar cable? ¿Que avance desconectado de ti y siguiendo tu ejemplo consigo mismo y con los demás?

Ocurre que, aunque no queramos, dejan de necesitarnos, sí, a veces mucho antes de lo que pudiéramos suponer incluso. Y nos duele, nos dejan, tememos la soledad y esa próxima falta de «individuos débiles» sobre los que ejercer nuestro poder adulto, nuestro control, aquellos para los que nos sentíamos importantes, necesarios, significantes… ¿Qué va a pasar con nosotros? ¿Sabremos disfrutar del resto de nuestra vida viendo como ellos solos se valen por si mismos y usan esas herramientas o habilidades que les pudimos ir aportando como autonomía, responsabilidad, contribución al grupo social, sentimiento de capacidad…? Si les permitimos ser y estar sí.

Cambiemos el enfoque, seamos capaces de, a partir de hoy, mirarles a través de otras lentes, de unas gafas constructivas que nos permitan ver la traducción emocional de cada una de sus frases (antes envenenadas que no dudábamos en recibir y re-lanzar).

Gestionemos nuestra energía para que no nos falte de la positiva, la que ellos también van a necesitar para que les acompañemos en los malos ratos (que claro que los tienen). Todos hemos pasado por ello, por épocas en las que no queríamos ayudar, por ratos en los queríamos ser nosotros mismos, sin más, y a lo grande. Y era horrible si llegaba el adulto de turno a echarlo todo a perder…. De verdad que a veces pienso que si nos llega una de estas expresiones de su boca es por que, de alguna manera, nos la hemos buscado.

¿Tanto nos cuesta cuando nos piden que les dejemos en paz hacerlo? procurarles calma, apartarnos… y retomar en otro momento desde nuestra propia paz. ¿No nos gustaría a nosotros que nos dejasen si lo decimos? ¿Lo intentamos?

*cuando se equivoque es cuando te necesitará más, y será también cuando más te alegres de haberle acompañado con respeto y de que, como resultado, venga a ti buscando apoyo y consideración. Ahí es cuando puedes compartir con él algo que te haya pasado parecido y preguntarle si quiere tu consejo. Aprovecha los errores como oportunidades para aprender juntos (¡sin sermones, claro! a no ser que quieras escuchar un «Que sí, que sí, que ya…») 😉

Virginia García, Contigo Desenredo.

Disciplina Positiva para adolescentes
Disciplina Positiva para adolescentes
Dirigido a padres y educadores
«Las tarjetas de Virginia». Recursos Eficaces de Educación Respetuosa